Luna García tiene 59 años. Trabajaba como recepcionista en una empresa de
comunicaciones. En
mayo del 2014 le diagnosticaron un cáncer de seno. Comunica la enfermedad a la
empresa, y el 1 de junio recibe la carta de despido alegando razones de organización y
producción.
"Me dijeron que eran negocios, así, tan claro".
"Ya me dirás, con la edad que tengo, dónde voy ahora". También eran
negocios, cuando la empresa recibió la subvención por contratarla como mujer
mayor de 45 años.
Está
convencida de que decidieron su despido después de que reclamara a la empresa,
como recoge su convenio, la cantidad con la que completar lo que percibía de la
Seguridad Social por la baja médica. "Lo reclamo, me lo pagan a últimos de
mayo, y una semana después recibo la carta de despido. Así de sencillo".
Así de sencillo, pero así de duro en un momento en el que
su cabeza, se lamenta, solo tendría que pensar en curarse. "Los
médicos me dicen que mi curación está la mitad en mi cabeza y la otra mitad en
lo que ellos me van a dar, pero últimamente solo pienso en los problemas
económicos que me van a venir". "¿Cómo me voy a poner a buscar
trabajo, si no puedo como estoy?"
En el hospital, poco antes de su cita con el oncólogo, se
muestra sin cabello. Con el cáncer y con su despido. "Voy
a por todas. Yo ya lo he perdido todo, no tengo más que perder, y lo que gane
es lo que me voy a llevar. Al menos la satisfacción". La dirección de la empresa, asegura que
"su despido nada tuvo que ver con la enfermedad, sino con su falta de
diligencia previa en su puesto de trabajo".
Se asegura que son muchas las personas a las
que "no se les renueva el contrato, o se las despide, después de
diagnosticarles la enfermedad". El
problema es que "no podemos visibilizar esta situación cuando no hay datos
oficiales, y así es difícil que la situación entienda lo que pasa. "La
palabra enfermedad, o cáncer, nunca aparece en el motivo del despido.
También se asegura
que lo primero que dicen cuando llaman a su puerta los que saben que ha sido
una enfermedad el motivo de su despido, y comprueban que tienen poco que hacer,
es "pero dónde estamos, qué protección tenemos". "Lo lógico, lo ético sería
procurar la salud es una situación que debía estar especialmente
protegida".
Luna cree que la legislación laboral debería
protegerles, prohibir su despido en caso de enfermedad grave. Algo que no
pasará mientras siga siendo un goteo constante, pero silencioso.